Un poeta anda entre nosotros
En los tiempos de la globalización del sin sentido, en que los medios
masivos de comunicación incomunican, en que el hombre ha dejado de ser
una posibilidad de infinito para convertirse en consumidor -de arte, de
autos, de partes, de dioses, de tetas, de imagen-: un poeta anda entre
nosotros. Compra, estudia magisterio, vende su libro Sábanas de viento,
quiere vender libros usados, sale con chicas que lo aprecian, hace pis y
dos o tres pequeñas acciones solidarias por día, toma té de boldo sin
azúcar, fuma Marlboros, da talleres de escritura a los niños, a los
necesitados de una voz, conduce su auto entre las salvajes ráfagas del
aire, sueña y anda entre nosotros. Escribe poesía. Usa las palabras como
cuchillos para cortar el día, para diseccionar la noche, para hilvanar
un canto, una voz, una plegaria. Parece un hombre común. Y no lo es bajo
ningún punto de vista. Es un ojo que lo mira todo. Las rajaduras de tu
alma, tus hilachas, el pelo de la rubia que se adhiere a tu hombro, las
miradas de soslayo, la sed de tu boca, tus sueños iluminándote el
rostro, los pelos de tu oreja, tu candidez y tus crueldades cotidianas.
Él lo mira todo y a veces no lo quiere ver. Quiere ser civil. A veces
sueña que hay días en que no escribe y siente alivio. Él ama a su madre.
A sus sobrinos. La cara se le llena de luz cuando habla de ellos. Se
siente perseguido por la muerte -¿y quién no?-. Porque su padre fue
raptado por el mar, y cuando fue devuelto, ya no tenía vida. Su padre
era pescador de peces y de días. Porque su hermano se murió a los
treinta persiguiendo estrellas. Porque una chica que él quería mucho se
murió en el parto dando a luz un hijo de la mañana y ahora duerme a unos
pasos de su hermano. Porque está triste y tiene una voz, una plegaria,
un canto. Y anda entre nosotros repartiendo sus colores, las margaritas
salvajes de su alma, que es hija del viento y de la tarde, sus
canciones, sus pequeños actos que andamian sus sueños más hermosos. Nos
quiere. ¡Oh, Dios, cómo nos quiere! Quiere a la gente porque sueña la
luz. Es él y anda entre nosotros. Y se llama Jorge Curinao. Y es poeta.
Carlos Besoaín
29/01/08